Si llego a saber que existes no hubiese iniciado el viaje
ni hubiese quemado la naves al llegar a tierra.
Si hubiese intuido que estabas ahí habría dedicado
todo el tiempo a sentirte, amarte.
Si alguien me hubiese dicho donde te encontrabas
hubiese dormido todas las noches a tu puerta hasta que abrieses.
Si al menos te hubiese soñado cerca
no habría necesitado leer lo que otros hicieron para encontrarte.
Y ahora, cuando había dejado de buscarte
y pasabas a ser parte de mi olvido
me dices que estás aquí, que siempre has estado.
A un lado dejo las experiencias contadas por otros,
las vivencias narradas en capítulos.
Dejo los silencios ordenados en sesiones
que aspiran a oír voces calladas.
Dejo de andar y me detengo.
Te llamo y ya sé que siempre responderás
aún cuando no pronuncie palabra.
¡Alma mía! ¿Dónde estás?
¡Aquí estoy mi Amor!